Postales desde Oriente Medio, por Chris Naylor: 4. Las visitas sueltan una bomba
1996–98: Valle de la Bekaa, Líbano
Chris y Alison [Walley] a menudo organizaban visitas de científicos, conservacionistas y legisladores al humedal y, por lo general, eso conllevaba una visita a nuestra casa, aunque solo fuera para una comida. Las visitas solían venir de Beirut y almorzaban con nosotros. Estas visitas venían de Portugal y se quedarían hasta… bueno, Chris no sabía hasta cuándo se quedarían. En cualquier caso eran bienvenidos, sobre todo cuando descubrimos que habían fundado cerca de un humedal del Algarve el primer Centro Cristiano de Estudios de Campo y una organización conservacionista llamada A Rocha.
Peter y Miranda Harris se quedaron con nosotros casi una semana. Todo empezó de forma inocente. Yo estaba encantado de conocer a otro apasionado de las aves que conociera tanto las aves del Mediterráneo como las cuestiones teológicas con las que yo estaba batallando como trabajador cristiano novato. Susanna estaba encantada de que Miranda no fuera una apasionada de las aves y de que le gustaran tanto nuestros hijos. A los niños les encantaba tener visitantes, sobre todo los pocos que les leían cuentos, y disfrutaban en los picnics que organizábamos para mostrar a los visitantes las maravillas de nuestro rincón paradisíaco.
Mientras los niños jugaban en el arroyo y Susanna y Miranda compartían impresiones sobre diferencias culturales al vivir en extremos opuestos del Mediterráneo, Peter y yo estábamos sentados en silencio sobre un promontorio desde el que se veía la garganta de Ras el Ain, sobre el pueblo; le había asegurado a Peter que desde allí podríamos ver al Trepador Rupestre Occidental. Ya habíamos oído su trino fluido, por lo que sabíamos que las aves andaban cerca, pero todavía no habíamos avistado ninguno de esos acróbatas ataviados con sus máscaras de bandoleros.
Aproveché una pausa en la actividad para preguntar a Peter qué opinaba acerca de la burla de Abu Charbel, que me seguía molestando (ver el blog anterior). Tras escuchar mi historia, Peter respondió: “Estás rompiendo el molde. Abu Charbel, como tantos otros, cree que la iglesia debería limitarse a trabajar en sus áreas tradicionales. Dar catequesis, trabajo pastoral, educación, y quizás ayuda médica. Por supuesto, aunque éste sea tu punto de partida, ahora la crisis medioambiental es tan grave que hoy en día hay más refugiados por destrucción de ecosistemas que por guerras, y la iglesia tiene que hacer algo al respecto”.
“Y ¿qué pasa con las prioridades?”, insistí. “Qué es más importante? ¿Predicar, aliviar la pobreza, o la conservación de especies en peligro?”
“No suele ser una cuestión de una cosa o la otra, desde luego no lo es a nivel comunitario. Y así es como deberíamos trabajar. La iglesia que no tenga una respuesta para el mayor problema de la actualidad no será tenida en cuenta para nada más. Pero incluso eso es pragmático. El fondo de la cuestión está en la obediencia. Dios nos ordenó que cuidáramos de su creación, y al hacer lo que fuimos creados para hacer adoramos al Señor. Le adoramos obedeciéndole”.
Estaba empezando a entender. “Y así es cómo adora la creación. Me refiero a que las plantas y los animales, e incluso las piedras, ¡son importantes! La materia importa porque sirve al Señor siendo lo que fue creada para ser; haciendo lo que fue creada para hacer”.
“Y ésa es la herejía de la extinción”, continuó Peter. “Se están exterminando especies por culpa de la actividad humana de tal forma que el ritmo de extinción natural se ha multiplicado por mil. Estamos silenciando el coro que debiera estar cantando la gloria de Dios. Piensa en los proyectos de conservación que demuestran el amor de Dios hacia el mundo que creó, que protegen el medio ambiente de la comunidades más pobres y dan la oportunidad de explicar el ‘por qué’ –¿por qué la iglesia salva una orquídea?– a quienes tienen fe y a quienes no la tienen”.
Antes de que la conversación tomara un cariz más personal, me salvó el Trepador Rupestre Occidental que hizo acto de presencia en un saliente rocoso al otro lado de la garganta. Continuamos disfrutando enseñando a Peter y Miranda nuestro nuevo mundo, y ellos continuaron abriendo para nosotros uno aún mayor; mejor dicho, este mundo, pero visto desde una perspectiva bíblica. Justo antes de que se marcharan, Peter y Miranda tenían una última sorpresa para nosotros.
“Creemos que aquí tenéis todo lo necesario para un proyecto de A Rocha”, dijo Peter mientras tomábamos café después de cenar, y tras haber quitado la mesa y acostado a los niños. “Están todos los principales ingredientes de la receta,” siguió Miranda. “Un precioso reducto de naturaleza que pide a gritos ser conservado, con cristianos que se ocupan de la teología a la cabeza de una comunidad que trata de salvarlo”.
Esto no nos sorprendió del todo, ya que habíamos pasado la semana hablando de oportunidades de conservación, educación ambiental e incluso eco-turismo en el pantano, y aprendiendo sobre la experiencia de A Rocha en Portugal. Pero Peter y Miranda habían reservado la bomba para el final. “Y creemos que sois la pareja adecuada para dirigirlo”.
Este es el cuarto de seis extractos de Postales desde Oriente Medio, de Chris Naylor. Publicado por la editorial Lion Hudson en Marzo 2015. Se puede pedir a través de la página web de Lion Hudson.
Traducción por Clara del Campo / Marisa Raich
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