¿Mi conejo irá al cielo?
Parece una pregunta sencilla, infantil incluso, pero en realidad lleva a todo tipo de campos minados del ámbito teológico, cultural y ecológico. ¿La nueva creación de Dios incluirá a otros animales? Y si es así, ¿mi conejo / gato / perro / serpiente estarán incluidos? ¿Lo sabré personalmente? ¿Podremos comunicarnos con ellos? ¿Habrá espacio suficiente? Y, de todos modos, ¿deberíamos tener mascotas? ¿Los humanos domesticamos animales a los que Dios creó para ser salvajes? ¿Qué pasa con los gatos que matan a miles de millones de aves en los jardines? ¿No deberíamos dedicarnos a proteger a los animales salvajes, en lugar de preocuparnos por los animales domésticos? ¡No es de extrañar que sonaran campanas de alarma entre mis colegas cuando sugerí hablar de este tema en nuestro blog!
Sin embargo, las mascotas son importantes para millones de personas, particularmente en sociedades urbanas que tienen poco contacto con la naturaleza salvaje. Si vives en Singapur, Sídney, Salamanca o San Salvador tu mascota puede ser tu única conexión con el mundo no humano. A veces se convierten en sustitutos de las relaciones humanas, en niños consentidos que nunca responden, pero que en el mejor de los casos nos enseñan lo que significa relacionarse y cuidar a las especies que son completamente distintas pero que nos devuelven algo muy especial. Ciertos estudios sugieren que las mascotas no sólo pueden ser compañeros de personas invidentes o sordas, sino que también pueden aliviar la depresión, consolar a los que están solos, facilitar la psicoterapia, rehabilitar a delincuentes, bajar la presión arterial y aliviar los dolores del envejecimiento.
La Biblia nos da muy pocos detalles sobre la vida después de la muerte física, y mis reflexiones son exploratorias y no “la visión oficial de A Rocha”. Sin embargo, creo que podemos decir claramente que tanto el nuevo cielo como la nueva tierra de Dios serán físicos y estarán llenos de criaturas vivientes de todo tipo. La totalidad de las criaturas de la tierra, incluidos los humanos, son “muy buenas” (Génesis 1:31), la alianza de salvación de Dios en tiempos de Noé incluía a todos los seres vivientes sobre la tierra (Génesis 6-9) y, debido a que Jesús derrotó a la muerte y al pecado, toda la creación espera la liberación (Romanos 8:19-22). Los cuatro seres vivientes que adoran a Jesús glorificado en Apocalipsis 4:6-11 representan a un ser humano, un animal salvaje, un pájaro, y –importante para esta discusión– un animal domesticado, el adorable buey.
Por otra parte, los profetas del Antiguo Testamento consistentemente previeron un tiempo en el que habría una nueva armonía entre los animales salvajes y domesticados y la humanidad: lobos y corderos, leopardos y cabras, leones y terneros, osos y vacas, serpientes y niños en convivencia pacífica (Isaías 11:6-9; 65:17-25). El ‘shalom’ del pacífico Reino de Dios trata de la relación restaurada con Dios, de unos con otros, y también con toda la creación. Oseas 2:18 lo resume así: ‘Aquel día haré un pacto con las bestias del campo, con las aves de los cielos y con las criaturas que se mueven por el suelo. Aboliré de la tierra arcos, espadas y guerra, para que todos duerman seguros’.
Entonces, ¿dónde deja eso a Fluffy, el conejo? No podemos estar seguros, sólo a partir de la Biblia, de si cada uno de los animales que hemos conocido estará en la creación renovada. ¡Imagínense cuántos conejos habría! Así que decir: ‘Verás de nuevo a tu Fluffy’ va más allá de las escrituras. Sin embargo, decir ‘Habrá animales en el cielo y entonces nuestra relación con los animales será más cercana que ahora’ está, en mi opinión, bíblicamente justificado.
Pensemos en ello de esta forma. Jesús dijo que no habrá matrimonio en el cielo (Mateo 22:30), a pesar de que el matrimonio es el contexto elegido por Dios para nuestras relaciones humanas más cercanas, porque el cielo nos reserva algo aún mejor. La singularidad del matrimonio será sustituida por una intimidad de relación que aún no podemos imaginar. Y tal vez, sólo tal vez, aquellos punteros bíblicos de la paz entre todos los seres vivos sugieran que podremos comunicarnos también con otras criaturas y comprenderlas. No poseeremos mascotas en el cielo, porque todas las especies tendrán su existencia independiente como criaturas de Dios y, presumiblemente, podrán comunicarse entre sí y adorar a Dios juntos. ¡No sé ustedes, pero yo estoy impaciente por hablar con fluidez el lenguage canino y el “gaviotés”!
Traducción: María Eugenia Barrientos / Marisa Raich
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