¿Qué virus propaga usted?
A medida que el coronavirus COVID-19 prosigue su implacable camino por todo el mundo, no es esa la única cosa que se hace viral. El miedo, las compras causadas por el pánico, las caídas de las bolsas, y las historias de noticias falsas también se propagan de forma infecciosa como los virus, empeorando en gran manera la situación. En este contexto, deseo plantearle dos preguntas clave:
- ¿Qué podemos aprender de estas crisis sobre nosotros mismos, nuestras sociedades, y nuestro planeta?
- ¿Hay algún aspecto positivo que podamos intentar propagar de forma viral, venciendo las dañinas infecciones?
En términos de lo que podemos aprender:
- Todos estamos en esto juntos: La COVID-19 ilustra poderosamente cuán interconectada está nuestra aldea global. Tanto el virus real como los virus virtuales de miedo y pánico económico se han propagado con tanta rapidez porque nosotros (en especial la minoría rica) estamos hiper-movilizados físicamente y conectados en línea permanentemente. Las crisis de la biodiversidad y del clima también son globales, interrelacionadas, y nos afectarán a todos, quizá más lentamente y de manera más desigual que la COVID-19, pero finalmente con consecuencias mucho más devastadoras. Sólo podemos afrontarlas eficazmente mediante políticas y estrategias globales unificadas.
- ¡Las personas somos capaces de extremos malos y buenos! La cúpula de la Organización Mundial de la Salud ha observado que «Los brotes pueden sacar lo mejor y lo peor de las personas», desde cuidar de los vecinos hasta el acaparamiento egoísta de alimentos y papel higiénico. Al enfrentarnos a una crisis global, podemos sencillamente apelar a la mejor naturaleza de las personas; necesitamos un liderazgo determinado y unido para normalizar el cambio de comportamiento.
- El bienestar de las personas y del planeta están por delante del crecimiento económico: el crecimiento implacable de la industria global, el comercio y el consumismo prácticamente se han detenido. Esto ha traído inestabilidad, dolor y ansiedad a mucha gente, cuando el mercado global se ha detenido. Pero el mercado no sólo no ha sido capaz de prever o abordar esta crisis, sino que ha conducido a su rápida propagación a nivel global. No obstante, con las fábricas cerradas y los aviones en tierra, los cielos contaminados se están aclarando, los niveles de CO2 y de partículas se reducen, se oye de nuevo cantar a los pájaros en Wuhan, y la vida salvaje vuelve a los canales venecianos libres de turistas. Disponemos de una oportunidad para redefinir la relación entre las personas, el planeta y la economía. Necesitamos una economía saludable que ponga por delante la salud de las personas y el progreso de la naturaleza.
- Dependemos de ecosistemas sanos: la ciencia todavía no lo ha confirmado, pero por lo visto la COVID-19 podría haber saltado especies como resultado del comercio ilegal de animales salvajes. El virus es similar a los que se encuentran en los pangolines, la especie con mayor comercio ilegal, y en los murciélagos. Maltratamos a la naturaleza de manera irresponsable, y los patógenos cruzan entre especies con una mayor regularidad. En un artículo de The Guardian se observaba que, «algunos investigadores piensan actualmente que, de hecho, es la destrucción de la biodiversidad por parte de los humanos lo que crea las condiciones para la aparición de nuevos virus y enfermedades como la COVID-19 … – originando profundos impactos sanitarios y económicos tanto en los países ricos como en los pobres.»
- Es posible encontrar dinero, y la gente puede cambiar sus hábitos, al enfrentarse a una crisis: Como escribió un amigo mío: «La respuesta global a la pandemia ya ha demostrado que con la motivación adecuada, podemos cambiar drásticamente de comportamiento, y con rapidez. Sí, habrá un enorme impacto económico – pero podemos sobrevivir con menos viajes, más trabajo desde casa, menos consumismo y menos consumo. Y debido a que lo hemos hecho de verdad y no basándonos en un modelo, existen datos reales que demuestran el impacto.» Cuando hayamos superado esta terrible pandemia, ¿podemos preservar lo mejor de las teleconferencias, las reuniones virtuales, más tiempo para relacionarnos con los vecinos, con los ancianos y con la naturaleza?
De manera que, si alguna cosa podemos aprender del sufrimiento y los límites impuestos por la COVID-19, ¿cómo podemos animar de manera viral los aspectos positivos? A riesgo de parecer simplista, la biblia habla de las tres virtudes de fe, esperanza y amor (1 Corintios 13:13) o, como lo expresa la traducción El Mensaje, «Confía constantemente en Dios, espera inquebrantablemente, ama exageradamente.» Creo que estas tres virtudes-virus nos harán falta no solo para enfrentarnos a la COVID-19 y sus consecuencias, sino también cuando nos enfrentemos a nuevas alteraciones y a cambios necesarios para abordar el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Nuestra fe está en Dios, que es «nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad» (Salmo 46:1). Eso no significa que no nos contagiemos del virus o no suframos económicamente, sino que significa que Dios nos acompaña a todos nosotros y a todos los que están heridos y maltrechos, tanto humanos como no humanos, con compasión y renovación. No significa que no sintamos miedo, sino que nos proporciona una perspectiva más amplia del hecho de que nada puede separarnos del amor de Dios (Romanos 8:38-39).
La esperanza nos permite enfrentarnos a la incertidumbre, porque está enraizada en quién es Dios, no en lo que ocurre a nuestro alrededor. Me sentí conmovido la semana pasada, hablando con una familiar de más de 90 años, cuando me dijo ‘¿Qué es lo peor que podría ocurrir?’ Continuó diciendo que no le daba miedo morir gracias a su esperanza de una vida eterna con Cristo. Esa esperanza abarca todos los buenos propósitos de Dios para todo el orden creado, el cual, a pesar de las formas calamitosas y blasfemas en que lo maltratamos, está impaciente por liberarse de su esclavitud y descomposición y alcanzar la libertad de los hijos de Dios (Romanos 8:21).
Finalmente, el amor, que según nos recuerda San Pablo es el mayor de los tres. Existen historias maravillosas de amor viral por el vecindario, surgido en medio de la tragedia del coronavirus. A Bono incluso le inspiró para escribir una nueva canción «Let your love be known» cuando oyó a los italianos cantando desde las terrazas de sus hogares confinados. Mientras muchos de nosotros nos vemos obligados a desacelerar y vivir dentro de nuestras casas, también podemos mirar al exterior y, como escribió un amigo auto-confinado, «Quizá en la regenerativa maravilla de la naturaleza (destrozada como está por el mal uso de los humanos), podamos experimentar alguna regeneración espiritual en nosotros mismos y en nuestra relación con Dios.»
De manera que ¿qué virus propaga usted? Mientras el mundo enloquece, muchas personas se enfrentan al aislamiento, y muchas sufren, decidamos profundizar en nuestra exposición a la fe, la esperanza y el amor, y en propagarlos tan viralmente como podamos.
Imagen pequeña: Ilustración por ordenador del virus SARS-CoV-2, Centros de Control y Prevención de Enfermedades (Sin copyright; Dominio Público)
Traducción: Marisa Raich
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