Los cinco compromisos básicos de A Rocha vividos por John Stott – 1: Cristianismo
Si le dijeras a alguien que ha estado en círculos cristianos en cualquier lugar del mundo: “Una vez conocí un señor inglés con una mente brillante, pasión por la Biblia y una fenomenal energía, aun en la vejez; alguien que vivió de manera increíblemente sencilla y que dio más de lo que ganaba; que nunca repitió de ningún plato, a pesar de que le encantaba la buena comida y el vino, especialmente en compañía de amigo; alguien con una vida devocional disciplinada y un amor inagotable por la iglesia (aunque pensaba que mucho coros modernos eran irremediablemente sentimentales); alguien que sabía dirigirse a miles de personas con una predicación poderosa, pero también establecer conexiones con las personas individualmente y seguir orando por ellas años más tarde; que hablaba hasta las dos de la madrugada con el marido no creyente de su anfitriona después de un vuelo de larga distancia en ese típico estado de desfase horario que la mayoría de nosotros experimentamos como no negociable; ah, y que también era un apasionado de la observación de aves y la fotografía”, esa persona probablemente, sólo probablemente, diría “¿Estás hablando de John? ¿De John Stott?”
Como señaló acertadamente DL Moody, nuestras vidas son leídas más de cerca que nuestras palabras, y por lo general cuentan una historia más precisa. El apóstol Pablo tenía plena confianza en los creyentes de Corinto a este respecto. “Ustedes mismos son nuestra carta, escrita en nuestro corazón, conocida y leída por todos”, dijo (2 Corintios 3:2). Vivimos en un mundo de muchas palabras, y la mayoría de los mensajes verbales que nos bombardean nos prometen el alivio de nuestros problemas o un cambio integral de imagen. La mayoría de nosotros hemos aprendido que los champús y los nuevos automóviles no cumplen lo que prometían. Por otro lado, un mensaje que promete perdón, paz y esperanza de un cambio real es atractivo. Pero, ¿podemos confiar en el mensajero? ¿Alguien cuyo estilo de vida y relaciones coinciden con sus creencias? Podríamos sentirnos tentados de escuchar al caballero inglés.
John Stott no estaba interesado en ser querido ni admirado, ni en ganar discusiones sólo por ganarlas. Estaba interesado en conocer a Cristo y darlo a conocer, en su señorío sobre toda la creación y en la verdad de la historia bíblica. Mientras escribía su comentario sobre Romanos, cinco de nosotros hicimos un viaje de una semana a Turquía para observar aves [vea una foto aquí y otra aquí]. El proyecto no quedó pendiente; por el contrario, se levantó más temprano que de costumbre. Salía de su habitación alrededor de las 6:30 de la mañana tras dos horas de estudio, con una ligera aureola; muy parecido a Moisés cuando bajaba de la montaña, pensé. Lo que realmente me impresionó, sin embargo, era que su búsqueda de la verdad le llevaba a otros veintitrés comentarios sobre el mismo libro, escrito por teólogos, algunos de los cuales habrían compartido sus convicciones bíblicas. Estudió estos comentarios intensamente, para tratar de entender de dónde partían los escritores y poner sus propias opiniones a prueba. Cuando estaba en desacuerdo con otros líderes acerca de importantes cuestiones teológicas, intentaba concertar una reunión personal para discutir los temas, escuchar atentamente y defender su propia posición. Sólo entonces, y si lo juzgaba absolutamente necesario, estaba dispuesto a discrepar públicamente.
En A Rocha ¿estamos cultivando líderes con la fe, la humildad y la integridad profundas, y el total compromiso, de John Stott? Sospechaba de las alabanzas y era mordaz con la adulación, comparándolas con el tabaquismo: “No hay problema si no lo inhalas”; así que, en cierto modo, ¡me alegro de que no vaya a leer este blog! Pero persiste el hecho de que las cualidades de John son las que anhelamos ver en el corazón de la identidad de A Rocha. Para John, ser líder era, ante todo y principalmente, ser siervo. En este sentido, su mensaje permanente para todos nosotros puede ser el mismo que el de Pablo a los cristianos de Corinto: “Imítenme a mí, como yo imito a Cristo” (1 Corintios 11.1).
Traduccíon: María Eugenia Barrientos / Marisa Raich
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