¿Cómo definimos el éxito?
No es ningún secreto que existe un fuerte trasfondo de desaliento y desesperación en la comunidad conservacionista. Dados los desafíos a los que nos enfrentamos, esto no es sorprendente.
Las necesidades pueden ser abrumadoras, con la contaminación, la pérdida de la biodiversidad, la degradación del hábitat, los problemas climáticos y muchos otros desafíos que nos presionan sin tregua. ¿Cómo podemos solucionarlos?
Las expectativas pueden ser tan numerosas como desafiantes, tanto si surgen de fundaciones como de donantes individuales, entidades políticas o las comunidades locales en las que trabajamos. ¿Cómo podemos complacer a todos?
Quienes trabajan en los campos, amplios e interrelacionados, de la conservación y el desarrollo cuentan con la bendición de una labor valiosa y significativa. Tenemos la oportunidad de pasar nuestros días sirviendo y protegiendo a las personas y los sitios que amamos. Pero seguramente no es fácil.
A lo largo de la última década me he visto involucrado en muchas organizaciones sin fines de lucro para el cuidado de la Creación, incluidas A Rocha USA, la puesta en marcha de una red llamada Renewal (Renovación), la Red Ambientalista Evangélica, Jóvenes Evangélicos por la Acción Climática y el Instituto de Estudios Ambientales Au Sable. Al reflexionar sobre este tiempo, y sobre todas sus altas y bajas, escribí Doing Good Without Giving Up (Hacer el bien sin rendirse) (IVP 2014) para compartir lo que Dios me ha enseñado, cómo Él ha sido un sostén para mí y para otras personas en nuestro llamada, y de dónde proceden nuestra fe y nuestra esperanza.
La premisa del libro es sencilla. Aún es posible cambiar y seguirá habiendo logros notables. Pero hay dos cosas que tenemos que entender cabalmente.
Primero, es necesario que aprendamos cómo perseverar. Este es un punto débil en una era de inmediatez, en la que esperamos que las cosas sucedan fácil y rápidamente. Sin embargo, el progreso importante y perdurable a menudo es difícil, lento y gradual. Pero es posible, y vale la pena si no nos damos por vencidos.
En segundo lugar, como dijo C. S. Lewis, no logramos lo segundo colocándolo primero; logramos lo segundo manteniendo en primer lugar lo que va en primer lugar. Todos queremos un cambio en el mundo. Pero nuestra primera vocación como cristianos es la fidelidad. Y la fidelidad, dice la Biblia, es lo que lleva a la fecundidad: ‘Yo soy la vid y ustedes los pámpanos’, nos enseñó Jesús. ‘el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes nada pueden hacer’ (Juan 15:5).
Normalmente, el mundo define el éxito según parámetros de eficacia medibles. Sin resultados no hay éxito. Pero, si nuestro trabajo es principalmente en respuesta a Dios, no definimos el éxito según la eficacia, sino por la fidelidad. La realidad que nos otorga poder es que, en última instancia, arreglar o salvar el mundo no depende de nosotros: no podríamos si lo intentáramos. No obstante, más allá del inmenso amor de Dios, formamos parte del grandioso proceso continuo de redención y reconstrucción.
Entonces, si realmente queremos marcar una diferencia, nuestro objetivo es ser fieles a Jesús, el verdadero Salvador del mundo. Creemos que Dios utilizará nuestros esfuerzos, tanto si trabajamos en proyectos de agroforestación como en iniciativas de educación ambiental, en el control y conservación de especies, en la defensa del clima, en la innovación de energía limpia o en cualquier otra cosa, y los concretaremos, aunque no veamos los resultados. E incluso si los resultados son bastantes diferentes de lo que esperábamos.
La Madre Teresa lo expresa así: ‘Estoy trabajando con Jesús, lo estoy haciendo para Jesús, se lo estoy haciendo a Jesús y, por lo tanto, los resultados son suyos, no míos’.
Amén. Que Dios nos conceda la gracia de seguir unidos a Cristo a medida que nos esforzamos para buscar fielmente su Reino y buen camino en esta creación bondadosa pero gimiente.
(Partes de esta publicación fueron adaptadas en un artículo publicado anteriormente: http://www.redletterchristians.org/good-without-giving/)
Traducción: María Belén / Marisa Raich
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